El nazismo utilizó el término “socialismo” como estrategia para ganar apoyo obrero, pero sus políticas económicas fueron profundamente capitalistas. A pesar de las intervenciones estatales, favorecieron la propiedad privada y la libre competencia. El régimen nazi se basaba en una ideología darwinista que veía a los “improductivos” como cargas económicas. La relación entre nazismo y socialismo es un mito impulsado por su uso cínico del término.
El Estado moderno emergió de la expropiación de poderes privados y consolidó la idea de tolerancia y poder público monopólico. Desde el republicanismo hasta el socialismo, se trazaron proyectos para ampliar la libertad, combatir despotismos y universalizar la igualdad. El futuro del socialismo radica en retomar estas luchas adaptándolas a los desafíos contemporáneos.
El estallido social de 2019 marcó la bancarrota de la tesis hegemónica sobre la modernización capitalista en Chile, revelando las contradicciones del modelo económico. Frente a críticas neoliberales y propuestas cosméticas, surge la necesidad de una alternativa socialista que enfrente las raíces estructurales del poder económico y la mercantilización de la vida social.