El genocidio es la consecuencia inevitable de la colonización, ya que busca destruir al pueblo originario y su cultura. La violencia es la herramienta central del colonizador, quien, a través del despojo y la deshumanización, justifica el exterminio del colonizado. Mientras el colonizado resiste con dolor y rabia, el genocidio se perpetúa, negando su derecho a existir y a defenderse. Cualquier forma de resistencia es vista como terrorista.
En este potente relato personal y político, Aleksandar Hemon reflexiona sobre su amistad con un amigo transformado en nacionalista serbio y sobre la incapacidad de dialogar con el fascismo. A través de sus experiencias y análisis del contexto actual, argumenta que el fascismo no es una idea para debatir, sino una amenaza que debe enfrentarse con claridad, compromiso y acción.