Los conflictos sociales han impulsado históricamente la democratización en Chile, enfrentando a un liberalismo de mercado incapaz de responder al malestar colectivo. Este movimiento exige reconstruir el tejido social, recuperar lo público y garantizar derechos básicos frente a un sistema que privilegia la desigualdad.
El estallido social chileno revela una confrontación crucial: libertad política versus libertad capitalista. Más allá de las narrativas de modernización y desarrollo, se desata una batalla entre principios normativos que redefine las bases del contrato social y pone en jaque las estructuras de poder y su legitimidad.