Elizabeth Anderson propone un giro radical al debate sobre la seguridad social, argumentando que no solo es compatible con la libertad y la propiedad privada, sino que las fortalece. Recuperando ideas de Thomas Paine, plantea que la seguridad social no es caridad ni socialismo, sino un derecho que garantiza independencia material y asegura que ninguna persona esté a merced del capricho ajeno. ¿Es posible reconciliar esta visión con un sistema capitalista?