Abundan los análisis económicos, políticos y sociológicos para explicar los éxitos, los fracasos y las falencias del capitalismo globalizado. Lo que a mí me interesa resaltar en este artículo tiene que ver con esta tensión (TDP) que, me parece, no ha sido considerada lo suficiente. Es una tensión que se encuentra en el seno del sistema social puesto que surge lógicamente a partir de los mismos axiomas a los que se suele apelar en defensa del libre mercado.
En esta entrevista, Claudia Heiss aborda las claves del debate constitucional en Chile tras el estallido social de 2019. Reflexiona sobre los cerrojos institucionales que perpetúan el modelo neoliberal, la necesidad de una Constitución que proteja derechos sociales y fomente la participación, y cómo avanzar hacia una democracia más inclusiva y deliberativa.
La elección presidencial de 2016 en Estados Unidos reflejó un apagón espiritual: Trump, símbolo del neofascismo, y Clinton, del neoliberalismo, representan el colapso de una democracia atrapada por el poder del dinero. Frente a este panorama, el espíritu democrático de pensamiento crítico y justicia propuesto por John Dewey se torna urgente.
La democratización de las empresas surge como una respuesta a la precariedad política del trabajo, cuestionando el autoritarismo en las estructuras laborales y proponiendo mecanismos de participación que desafíen el monopolio del capital. En un Chile marcado por la pandemia y el proceso constituyente, este debate resulta más urgente que nunca.
El romanticismo, tal como yo lo entiendo, no es solo una escuela literaria, es una visión del mundo que surge en el siglo XVIII con Jean Jacques Rousseau y que continua hasta hoy. Y su característica distintiva es que es una crítica a la civilización industrial capitalista moderna, en nombre de valores del pasado pre-capitalista.
El estallido social de 2019 marcó la bancarrota de la tesis hegemónica sobre la modernización capitalista en Chile, revelando las contradicciones del modelo económico. Frente a críticas neoliberales y propuestas cosméticas, surge la necesidad de una alternativa socialista que enfrente las raíces estructurales del poder económico y la mercantilización de la vida social.
Los conflictos sociales han impulsado históricamente la democratización en Chile, enfrentando a un liberalismo de mercado incapaz de responder al malestar colectivo. Este movimiento exige reconstruir el tejido social, recuperar lo público y garantizar derechos básicos frente a un sistema que privilegia la desigualdad.
El artículo analiza cómo el paradigma de Seguridad Ciudadana en Chile ha reforzado el modelo neoliberal, priorizando la protección de la propiedad privada sobre los derechos sociales. Este enfoque punitivo y reactivo, centrado en el miedo, perpetúa desigualdades estructurales y limita las libertades, planteando la necesidad de un modelo de desarrollo más inclusivo y democrático.