La economía no es un dominio natural e independiente, sino un constructo político que requiere normas públicas para existir. La visión republicana propone una reflexión más profunda sobre cómo moldear el mercado para promover la libertad e igualdad, desafiando las presunciones libertarias que dominan el discurso contemporáneo.
El liberalismo decimonónico se define por su defensa de la neutralidad estatal y mercados privados, oponiéndose a sistemas públicos como educación y salud. Lejos de ser democrático, promovió una oligarquía isonómica, enfrentándose a modelos republicanos y socialistas que impulsaron derechos universales.