Las diferencias en la izquierda no solo marcan estilos personales, sino también su capacidad de disputar hegemonía sin diluirse en el lenguaje del adversario. Mientras los debates se centran en lo nuevo versus lo viejo, temas cruciales como la propiedad del litio quedan fuera. El relativismo, promovido por medios empresariales, erosiona certezas históricas, debilitando un proyecto transformador con vocación republicana.