El cineasta soviético Sergei Eisenstein soñó con llevar a la pantalla El capital de Karl Marx, transformándolo en una experiencia cinematográfica revolucionaria inspirada en Ulises de James Joyce. Aunque el proyecto fue truncado por la censura y el contexto político de la época, años después, Alexander Kluge rescató las ideas inconclusas de Eisenstein, revelando su visión radical sobre el arte, la ciencia y la revolución.