Elizabeth Anderson propone un giro radical al debate sobre la seguridad social, argumentando que no solo es compatible con la libertad y la propiedad privada, sino que las fortalece. Recuperando ideas de Thomas Paine, plantea que la seguridad social no es caridad ni socialismo, sino un derecho que garantiza independencia material y asegura que ninguna persona esté a merced del capricho ajeno. ¿Es posible reconciliar esta visión con un sistema capitalista?
El formato de papel DIN A4, legado de la burocracia alemana, refleja cómo las teorías de gestión han configurado el Estado contemporáneo. Desde el socialismo de guerra alemán hasta las políticas neoliberales basadas en desconfianza y egoísmo, la administración pública ha transitado entre promesas modernizadoras y resultados incoherentes. A 30 años de la implementación de estas reformas, un balance crítico apunta a la necesidad de rescatar modelos históricos de coordinación estatal.
La seguridad social en Estados Unidos, lejos de ser universal, ha enfrentado constante oposición republicana. Sin embargo, sus raíces históricas —de Thomas Paine a Otto von Bismarck— demuestran que estos sistemas fortalecen el libre mercado al proteger la propiedad privada y evitar el colapso social. Garantizar ingresos universales es clave para una democracia sólida y una economía estable.
La victoria de Joe Biden representa un alivio para muchos, pero también evidencia las profundas fracturas que persisten en la sociedad estadounidense. La sorprendente cercanía de Trump en las elecciones refleja una polarización extrema, desigualdad abismal, y el descontento de una clase trabajadora abandonada por el establishment político. Sin una reforma genuina, el futuro de Estados Unidos sigue siendo incierto, con el riesgo de repetir o incluso agravar los errores que dieron origen al fenómeno Trump.
La elección presidencial de 2016 en Estados Unidos reflejó un apagón espiritual: Trump, símbolo del neofascismo, y Clinton, del neoliberalismo, representan el colapso de una democracia atrapada por el poder del dinero. Frente a este panorama, el espíritu democrático de pensamiento crítico y justicia propuesto por John Dewey se torna urgente.
Raúl Figueroa simboliza el vacío de un sistema educativo centrado en la competencia y no en el aprendizaje. Con la redacción de una nueva Constitución, se abre la oportunidad de reconstruir la educación con principios que prioricen la igualdad y el desarrollo colectivo.
La economía no es un dominio natural e independiente, sino un constructo político que requiere normas públicas para existir. La visión republicana propone una reflexión más profunda sobre cómo moldear el mercado para promover la libertad e igualdad, desafiando las presunciones libertarias que dominan el discurso contemporáneo.
La obsesión por la eficiencia ha marcado el ritmo del capitalismo moderno, pero ¿qué sucede cuando eliminamos las fricciones que nos protegen? En un mundo de incertidumbre radical, es hora de replantear nuestras prioridades, abrazando la resiliencia y las decisiones suficientemente buenas como un seguro contra el caos.
Noruega y Suecia lograron transformarse en modelos de democracia y justicia económica mediante luchas no violentas lideradas por trabajadores y agricultores. Su historia revela cómo el cambio colectivo y la redistribución de poder sentaron las bases para sociedades más igualitarias.
El electrizante discurso de Alexandria Ocasio-Cortez en la Cámara de Representantes no solo desafió el sexismo y el abuso de poder patriarcal en la política, sino que también evidenció cómo el lenguaje ofensivo contra las mujeres perpetúa inequidades de género. Su respuesta desmontó las excusas de Ted Yoho y reconfiguró el debate sobre las dinámicas de poder.